Meses antes del encuentro, la Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad (Funvisol), liderado por María Paz Vergara, abrió un formulario para recoger testimonios de ex trabajadoras y trabajadores. Lo que llegó fue un torrente de memoria: páginas y páginas de relatos que, leídos de corrido, forman un mosaico de vida, compromiso y dolor.
En esos testimonios, la Vicaría aparece una y otra vez como:
- Escuela de vida y de oficio. Ahí se formaron abogados, asistentes sociales, médicos, periodistas, procuradores, administrativos. Muchos descubrieron su vocación profesional defendiendo a víctimas de violaciones de derechos humanos y a lo que nadie los había preparado.
- Refugio y trinchera al mismo tiempo. Para quienes llegaban desesperados, la Vicaría era un lugar donde se escuchaba, se acompañaba y se actuaba. Para quienes trabajaban allí, era un espacio desde donde enfrentar la violencia de Estado con herramientas jurídicas, redes sociales y solidaridad.
- Comunidad que cuida. En medio de amenazas, seguimientos y cartas de amedrentamiento, el compañerismo y la amistad fueron un pilar. Varios recuerdan que la única forma de soportar tanta injusticia era apoyarse mutuamente, reír juntos, cantar, celebrar pequeños logros.
- Puente con el mundo. Desde esos pasillos se enviaron informes, denuncias y antecedentes a organismos internacionales. Se recibieron delegaciones extranjeras y se sostuvo una verdad que el régimen intentaba ocultar.
Hay recuerdos duros: allanamientos, despidos forzados, miedo por los hijos, noches en vela redactando recursos o revisando listas de detenidos. Pero también hay recuerdos luminosos: cafés compartidos al final de la jornada, la firmeza de obispos como Sergio Valech al resguardar archivos sensibles, la certeza de haber estado en el lado correcto de la historia.
En casi todos los relatos se repite una palabra: privilegio. Haber trabajado en la Vicaría fue, para muchos, un honor que todavía les marca el horizonte; un compromiso que atraviesa la vida entera.
La memoria que viene: un año para seguir tejiendo historia
El encuentro de ex trabajadores(as) no fue un acto aislado. El equipo organizador, liderado por el primer secretario ejecutivo de la Vicaría y actual presidente del directorio de Funvisol, Javier Luis Egaña, inauguró formalmente el camino hacia el aniversario número 50 de la creación de la Vicaría de la Solidaridad, que se cumple el 1 de enero de 2026.
Durante el próximo año se proyectan diversas actividades: una liturgia ecuménica en la Catedral, la interpretación de la Cantata de los Derechos Humanos del padre Esteban Gumucio y Alejandro Guarello, y la inauguración de una gran exposición conmemorativa en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, el 10 de enero.
La Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaria de la Solidaridad tiene la tarea de resguardar este legado, pero también de mantenerlo vivo. Eso implica cuidar los documentos, fotografías y testimonios, pero sobre todo acompañar procesos de memoria, verdad y justicia que siguen en curso.
Por eso, al final del acto se invitó a los presentes a seguir colaborando: a sumarse a las actividades futuras, a ayudar a encontrar contactos de ex compañeros y compañeras que no pudieron estar, a mantenerse conectados a través de los canales de la Fundación. La memoria, se recordó, se borda entre todos y todas, y cada nombre es un hilo imprescindible en ese tejido.
Por eso, también se agradeció al personal del Arzobispado, al equipo de producción, de Funvisol y al equipo de filmación del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
Un legado que interpela
Para quienes no vivieron la dictadura, puede resultar difícil imaginar lo que significaba trabajar en la Vicaría: exponerse diariamente al riesgo, escuchar historias desgarradoras, enfrentar una institucionalidad que negaba lo evidente. Pero mirar de frente esa historia es una responsabilidad del presente.
La Vicaría de la Solidaridad fue respuesta concreta a un país atravesado por el miedo. Fue una Iglesia que eligió ponerse del lado de las víctimas, un grupo de profesionales y trabajadores que decidió no ser neutral ante la injusticia, una comunidad que sostuvo la esperanza cuando todo parecía perdido.
En el reencuentro del 26 de noviembre de 2025 no sólo se recordaron nombres y anécdotas. Se renovó un compromiso: seguir trabajando por un Chile más justo y solidario, donde nunca más se naturalicen la tortura, las desapariciones y el desprecio por la dignidad humana.
La memoria nos convocó. Y seguirá haciéndolo, cada vez que alguien cruce la puerta de Funvisol, abra una carpeta del archivo, escuche un testimonio o se detenga frente a una arpillera. Porque mientras estas historias se sigan contando, la Vicaría de la Solidaridad no será sólo un capítulo del pasado: será una luz insistente, recordándonos de qué lado queremos estar cuando la dignidad humana está en juego.
Fotos: Diego García-Huidobro, Pilar Egaña V. y Gloria Cornejo
Pronto se subirán los registros del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y del Arzobispado de Santiago.