Su presencia no pasaba desapercibida. En las liturgias, en las procesiones religiosas o en las manifestaciones en defensa de los derechos humanos, el padre Mariano destacaba por su porte, su pelo blanco y su valentía. Nació en el seno de una familia tradicional chilena y cursó sus primeros años en Londres, donde su padre fue embajador. Luego de un breve paso por la Escuela Militar, estudió en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Chile. Fue en ese período cuando tomó contacto por primera vez con la realidad de pobreza en la que vivía una parte importante de los chilenos. Abandonando sus estudios universitarios, ingresó al Seminario Diocesano, ordenándose sacerdote en 1959 y continuando sus estudios en Francia, Italia y Bélgica, donde obtuvo el grado de Doctor en Teología Moral.
Junto a otros sacerdotes chilenos y latinoamericanos, adhirió al Movimiento de Cristianos por el Socialismo, empeñado en vivir el evangelio desde la realidad de pobreza y desigualdad de este continente. El mismo Mariano relata lo que fue esa vivencia colectiva en un breve artículo llamado “Buscando una espiritualidad desde los pobres”: “Nos sentíamos expresados en la Teología de la Liberación, en la re-lectura de la Biblia que hacían las comunidades de Brasil… nos faltaba una espiritualidad liberadora. Las escuelas de espiritualidad en las que habíamos crecido eran insuficientes para dar respuestas a lo que el Espíritu dice a las Iglesias desde una perspectiva de encarnación, en medio del gemido de los pobres, en la historia en su dimensión Pascual”. Esta postura le significó ser removido de su cargo en el Seminario, trasladándose en 1972 a la ciudad minera de Chuquicamata donde trabajó por primera vez como cura obrero.
Posteriormente trabajaría como “pioneta” (cargador), pintor de obra gruesa y otros servicios manuales en la Villa Francia, comuna de Estación Central en Santiago. Fue allí, en 1973, donde Mariano Puga vivió el Golpe Militar y la represión que le siguió.
Pocos días después del Golpe, el sacerdote acudió al centro de detención del Estadio Nacional con el objetivo de prestar asistencia espiritual a los detenidos, siendo su ingreso denegado. En junio de 1974 fue detenido por primera vez y conducido a los centros de detención de Villa Grimaldi y Tres Álamos; esta la recordaría como la peor de las siete detenciones que sufrió durante la dictadura.
Durante ese duro período, su compromiso con los perseguidos lo llevó a acompañar a los familiares de detenidos desaparecidos en su lucha por verdad y justicia, así como también a fundar en 1983, junto con el sacerdote José Aldunate, el movimiento Sebastián Acevedo en contra de la tortura.
Durante la década del ‘80 trabajó en la Vicaría de la Solidaridad organizando las Bolsas de Cesantes, como una forma de paliar el impacto de la crisis económica entre los más pobres. También participó activamente en la visita del Papa Juan Pablo II a Chile. Su alta figura llamando a la paz y conteniendo los disturbios, resulta inolvidable para todos quienes estuvieron presentes en la multitudinaria misa del Parque O'Higgins.
Posteriormente continuó su trabajo en la comuna de Pudahuel y en la población La Legua, donde contribuyó activamente a la organización social de los vecinos. Con la vuelta a la democracia, en 1989, Puga partió como misionero a la Isla de Chiloé, a la localidad de Colo, continuando allí su labor pastoral, para posteriormente volver a Villa Francia. No exento de detractores, el sacerdote Mariano Puga supo ganarse con su vida, el respeto y el cariño de ese pueblo al que sirvió y amó. Murió en la madrugada del 14 de marzo del 2020 en su domicilio en la Villa Francia.