AUGUSTO GÓNGORA LABBÉ (2 de enero de 1952- 19 de mayo de 2023)

HOMILÍA

Querida Paulina. Javiera y Cristóbal, hijos de Augusto. Pepe (hermano de Augusto) y con mucho cariño saludamos a los nietos Camila, Dante, León y Pascuala. Compañeros y compañeras aquí presentes. Hoy nos reunimos para agradecer la vida de nuestro hermano Augusto. Son muchas personas, instituciones y lugares que hoy miran la vida de Augusto para decir a una voz “gracias eternas”.

Agradecen en la intimidad de la memoria, quienes fueron su pareja, hijos, nietos y amigos y amigas más entrañables que lo acompañaron en el camino de la vida.

Agradece la facultad de periodismo de la Universidad Católica donde Augusto se formó.

Agradecen los compañeros y compañeras de la revista Solidaridad, de la Vicaría de la Solidaridad, de los Teleanálisis junto a tantas familias de desaparecidos y torturados en aquellos tiempos de noche oscura. Agradecen muchos rostros de pobladores que hasta hoy día lloran, “porque el mundo no los hospeda o porque simplemente no se encuentran todavía las palabras que permitan decir lo que sucedió”.

Agradecen quienes compartieron tantos proyectos periodísticos y culturales junto Augusto en TVN. Y sus muchos estudiantes de las distintas Universidades en las que Augusto hizo clases ayudando a formar a las nuevas generaciones.

En definitiva, hoy es Chile quien agradece la vida de este hombre, que lleno de talento, causas y amores, “arriesgó la vida, porque amó la vida”. Y nada de lo que le tocó vivir, impidió ser separado de los amores que le dieron sentido a su camino.

La vida de Augusto Góngora está atravesada por la experiencia de la memoria.

La memoria social y política. En años de la dictadura su voz emergió en medio de las calles de un país enmudecido. Su rostro fue albergando la historia de otros rostros, para que esa memoria permita que los que no están recuperen al menos sus nombres y dignidades.

La memoria cultural. Con la recuperación de la democracia, Augusto democratizó y popularizo la memoria de la cultura a través de múltiples espacios y proyectos que llenaron de belleza y sentido a un país que lentamente comenzaba a reencontrarse.

La memoria de la fragilidad. A partir del año 2014, como lo sabemos, Augusto fue diagnosticado con la enfermedad del Alzheimer. Ahora la batalla por la fragilidad de la memoria estaba dentro de su propia vida. Quizás haciendo eco de los versos de Rilke, “lo que nos cobija es nuestro estar desamparados”.

No deja de ser conmovedor el hecho que Augusto y Paulina hayan enfrentado y compartido públicamente la enfermedad que los afectaba. En un país donde se esconden las fragilidades sociales y personales, ellos optaron por visibilizar la herida con la esperanza que es la vulnerabilidad la puerta para un encuentro verdaderamente humano. 

Mirando la vida de Paulina, su entrega, su cuidado permanente, su ternura incansable, vuelvo a la pregunta de la carta a los Romanos. ¿Quién puede separarnos del amor de Dios? ¿La muerte, la tribulación, la enfermedad, el olvido? Nuevamente la muerte ha sido vencida por el amor. Y no por un amor sin heridas ni cansancios, sino por un amor vulnerable y profundamente humano.

Sabemos que fue un camino doloroso, acompañado por el cariño y preocupación de muchos de ustedes, especialmente de Paulina, sus hijos y nietos, y los amigos y amigas de la vida. Poco a poco la vida de Augusto se fue apagando, comenzaron los olvidos de nombres y lugares, pero no el olvido de los amores. Porque nada puede separarnos del amor.  

Sería injusto decir que la vida de Augusto se fue gastando con la enfermedad. Esta vida se comenzó a gastar muy tempranamente en muchas causas, proyectos y amores a lo largo de estos años. Puede ser bueno volver a recordar esa hermosa oración del mártir Luis Espinal sobre el gastar la vida que hoy rezamos sobre la vida gastada de Augusto.

“Gastar la vida es lanzarse y aun fracasar. Gastar la vida es tal vez quemar las naves por la gente. La vida nunca se da con protagonismos, ni falsa teatralidad. Se da la vida con sencillez y sin publicidad, como agua del manantial y la madre que amamanta a su bebé, como suda el labrador. El futuro es un enigma, se funde en la niebla. Porque en la noche tú estás, sin dormir. Derramas miles de lágrimas, sin dormir. Porque en la noche tú estás. Derramas miles de lágrimas, sin dormir. Porque en la noche tú estás”.

Gracias Señor por la vida de este hijo tuyo. Gracias por su entrega a la memoria de nuestro país. A la memoria política, cultural y la memoria de la fragilidad humana.

Me imagino a Augusto entrando a ese lugar que llamamos cielo. Lugar de luz, plenitud y reencuentro. Si hay lugar y si hay pregunta solo será la pregunta por el amor. Augusto ¿Has amado? Y me imagino a Augusto pronunciará muchos de los hombres que hoy están acá presentes y muchos de los nombres que, después de 50 años, nuestro país nos pide no olvidar; Manuel Guerrero, José Manuel Parada, Santiago Nattino, Pepe Carrasco, Marta Ugarte, Ana González, André Jarlan, Blanca Rengifo y tantos y tantas más. Probablemente ese será su último gran gesto de “memoria infinita”.  Sólo hasta que ese último nombre olvidado sea pronunciado, podremos decir. Augusto Góngora, descansa en paz.

 

Nicolás Viel SS.CC.