Lloviznaba en calle Merced. Finales de agosto de 2025. En la entrada del Teatro Ictus iban llegando rostros cubiertos con bufandas y gorros, bastones en mano y canas de experiencia. Se iban agolpando ex funcionarias y funcionarios de la Vicaría de la Solidaridad, en un lugar que celebra 70 años desde su creación y que fue refugio para estas valientes personas que lucharon por los derechos humanos en la oscuridad de la dictadura.
Los abrazos y las sonrisas de reencontrarse fueron dando calor y esas escalinatas los recibieron con alfombra roja para presenciar la adaptación de la obra “Primavera con una esquina rota”, montaje del Teatro Ictus basado en el estreno de 1984, que narra la historia de una familia que sufre duramente las consecuencias del exilio y la prisión en el Uruguay de 1973.
“Este encuentro nació de la coincidencia de cuatro hitos: casi 50 años de la Vicaría, 70 del Ictus, 40 de la muerte de José Manuel Parada y 40 de la primera función de Una esquina rota. Desde fines de los setenta, los funcionarios de la Vicaría asistían a las funciones previas a cada estreno del Ictus, tradición que reflejaba la profunda conexión entre ambas instituciones, hermanadas en valores y en las luchas de esos años”, relata José Manuel Sahli, ex gerente del Teatro Ictus.
“Bajar la escalera del Ictus era sentirse amparado, acogido. En medio de la dictadura, el teatro devolvía espíritu, ánimo, esperanza y valores que no se encontraban en otro lugar”, rememora Javier Luis Egaña, primer Secretario Ejecutivo de la Vicaría, luego Director Ejecutivo del Teatro Ictus, miembro de su directorio, y actual Presidente del Directorio de la Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad (Funvisol), y agrega: “Por eso a pocos meses de conmemorar los 50 años de la Vicaría, la gratitud hacia este teatro es tan profunda”.
La relación solidaria entre ambas instituciones donde los del Ictus sentían a la Vicaría como su propia casa y los de la Vicaría podían distender su ardua labor con estas expresiones artísticas, también lo recuerda Luis Navarro, fotógrafo de la Vicaría entre 1976 y 1981, y que luego siguió ligado al retratar obras de teatro y eventos importantes del país: “Creo que fueron los mejores cinco años de mi vida… y también los más dolorosos. Yo soy ateo, pero haber compartido con esa gente fue como haber sido bendecido”.
La obra, que era una adaptación de la novela homónima de Mario Benedetti y que trataba, entre otros temas, sobre el exilio, se transformó en un símbolo del teatro contestatario del Ictus, especialmente porque el 30 de marzo de 1985, en medio de una de sus funciones, el actor Roberto Parada —quien interpretaba a un padre angustiado por su hijo preso político— recibió la noticia de que su hijo real, José Manuel Parada, sociólogo y trabajador de la Vicaría, había sido encontrado degollado.
El público fue informado en el intermedio; don Roberto decidió continuar la función, y el último acto se vivió entre lágrimas, aplausos cerrados y un teatro repleto de mujeres y hombres que traían claveles. Hasta los pasillos se llenaron de gente que se fue congregando.
Esa noche, se diluyó la frontera entre ficción y realidad: el dolor del personaje y del actor se fundieron, y el escenario se convirtió en un espacio de duelo colectivo. Este dramático episodio volvió a respirarse ayer, donde la voz de don Roberto parecía retumbar sobre las tablas. En la sala La Comedia se sentían las mismas personas que lo acompañaron en esta tragedia compartida.
El silencio estremecedor al apagarse las luces del telón removió corazones y evocó el pasado. El público, entre lágrimas y aplausos, fue atravesando las páginas de sus propias vivencias y de la memoria histórica.
Era muy difícil dar un testimonio después de ser remecidos por esta gran reposición, por eso recurrimos a algunas de sus notables actrices para que desde su oficio pudieran contarnos cómo fue dar esta obra, con espectadores tan comprometidos y conmovidos. El elenco completo — Daniel Muñoz, Paula Sharim, Roberto Poblete, Marcela Medel, Nicolás Zárate y Camila Oliva — entregó su alma en cada pasaje, sosteniendo con fuerza y sensibilidad la memoria que habita en esta puesta en escena.
Con una extraordinaria Paula Sharim en su interpretación, le preguntamos tras bambalinas, qué significó para ella: “Hoy ha sido triplemente emocionante: es parte de la historia del país, del Ictus y de mi infancia. Estos ejercicios de memoria son esenciales, sobre todo en tiempos de incertidumbre, porque nos recuerdan que no podemos dejar que lo abominable vuelva a cubrirnos”.
Mientras la noche ya había caído después de dos intensas horas, nos acercamos a la actriz más joven del montaje, Camila Oliva, quien nos cautivó con la frescura de sus ojos y las preguntas de su personaje, una niña con dos patrias: “Hoy fue muy emocionante porque en el texto se nombra a la Vicaría de la Solidaridad. Al decir esas palabras frente a quienes trabajaron allí, algo distinto pasó dentro mío: sentí que ustedes también estaban dentro de la historia que contamos en este escenario”.
Con esta reposición de la obra y sobrecogedora función especial, Teatro Ictus rindió homenaje a los artistas y a los trabajadores chilenos que tuvieron el coraje de resistir el período más negro de nuestra historia, así como también a todas y todos quienes sufrieron esos duros años.
Fotos @dghphotos
Video Diego García- Huidobro www.youtube.com/watch?v=KHAvh0lnAwA
Obra de teatro
www. teatroictus.cl
La trama se desarrolla paralelamente entre una cárcel uruguaya, donde está recluido el protagonista, y México, donde su familia y amigos sobreviven al exilio. Y el paralelismo con Chile cruzó las fronteras.
Su director actual, Jesús Urqueta, nos ponía en contexto:
“Estamos muy emocionados de hacer esta función con ustedes y darles las gracias por todo el trabajo que hicieron por nosotros y por este país. Esta versión de Primavera con una esquina rota retoma la puesta en escena que hizo el Ictus en 1984 de la novela de Mario Benedetti, e incorpora además fragmentos de Autobiografía de mi padre, de Damián Noguera, que recoge la memoria artística de Héctor Noguera, actor de la obra original”.
Dirección: Jesús Urqueta Cazaudehore.
Asistencia de dirección: Emilia Noguera Berger.
Adaptación: Emilia Noguera con fragmentos de “Autobiografía de mi padre” de Damián Noguera.
Elenco magistral: Daniel Muñoz Bravo, Paula Sharim Kovalskys, Roberto Poblete Zapata, Marcela Medel, Nicolás Zárate Zavala, Camila Oliva Olivos.
Producción: Catalina Tapia Díaz
Música: Marcello Martínez Zuñiga
Diseño integral: Tamara Figueroa AS
Diseño de sonoro: Marcello Martínez Zuñiga y Lenin Silva Briones
Grabación Guitarras: Simón Poblete Tapia
Grabación voces: Emilia Noguera Berger
Realización de escenografía: Nicolás Felipe Muñoz Alfaro
Realización de vestuario: Julio San Martín Cortés
Comunicaciones: Sofía Oksenberg Sharim
Diseño de afiche: Mono González
Fotografía: Nathaly Arancibia Vergara, Bastián Yurisch Cancino
Sonido: Lenin Silva Briones
Iluminación: Ignacio Trujillo García