El 19 de diciembre de 1978, la Vicaría de la Solidaridad recibió una denuncia sobre el hallazgo de posibles restos humanos en un sector rural conocido como Cuesta Barriga. En plena dictadura, una noticia así no solo era inquietante: era peligrosa. Con sentido de urgencia y compromiso ético, la Vicaría organizó una comisión para verificar los hechos y presentarlos ante la justicia.
La delegación estuvo integrada por el Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Jorge Hourton; el presbítero Miguel Ortega, Vicario de la Pastoral Juvenil; Renato Hevia, director de la revista Mensaje; Iván Cienfuegos, subdirector del diario La Tercera; y dos abogados de la Vicaría de la Solidaridad. Un grupo diverso, reunido por la convicción de que frente al sufrimiento humano no cabía el silencio.
Ese mismo día, la comisión se trasladó hasta el lugar del hallazgo. Tras constatar indicios que podían corresponder a restos humanos, la Vicaría ingresó una denuncia formal ante los tribunales. El acto, sencillo en apariencia, desafió la versión oficial que insistía en negar la existencia de detenidos desaparecidos o ejecuciones ilegales.
La respuesta del Estado llegó a través de una declaración del Ministerio del Interior, difundida también en diciembre de 1978. En ella, el régimen reconocía el hallazgo, pero al mismo tiempo insistía en justificar las muertes ocurridas después del golpe de 1973, equiparándolas con “bajas en la lucha contra la subversión organizada”.
El documento reafirmaba la Ley de Amnistía como vía de “reconciliación nacional”, denunciando cualquier intento de cuestionar esa narrativa como un aprovechamiento político del dolor ajeno.
El texto completo puede revisarse en el archivo digital de la Vicaría de la Solidaridad:
Declaración sobre hallazgos de restos humanos en la Cuesta Barriga
https://www.vicariadelasolidaridad.cl/documentos/declaracion-sobre-hallazgos-de-restos-humanos-en-la-cuesta-barriga
Con el tiempo, las investigaciones judiciales y forenses confirmarían que Cuesta Barriga fue uno de los lugares donde se ocultaron cuerpos de víctimas de la represión. La diligencia de esta comisión —y la decisión de denunciar— se volvió una pieza temprana del largo esfuerzo por recuperar verdad y dignidad para quienes el país seguía buscando.
La jornada de Cuesta Barriga permanece como un gesto de coraje civil y pastoral, sostenido por personas que, en medio de la oscuridad, eligieron acercarse al dolor para dar testimonio.