Un hombre soñó que tenía un par de alas en la espalda con las que podía recorrer todo el cielo, toda la tierra. De vez en cuando se detenía en una nube esponjosa o bajo la sombra de un árbol, porque la tierra y el cielo, para ese hombre, eran lugares amables y seguros, como un caparazón o una casa tibia. ¿Y saben qué pasó? Que se despertó y el cielo, la tierra, seguían siendo así. Para él y para todos. Artículo 3 Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.