Vicaría de la solidaridad


Y la historia continuó. El primero de enero de 1976, el Cardenal Raúl Silva Henríquez mediante decreto arzobispal Nº 5-76 crea la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago, en reemplazo del Comité de Cooperación para la Paz, continuando su tarea en la defensa y promoción de los Derechos Humanos. Ese día se abrieron las puertas del Palacio Arzobispal ubicado en la Plaza de Armas de Santiago, cuyos pasillos comenzaron a llenarse con testimonios de dolor, entrega y profunda fe en la vida. Se trataba de una labor particular. Una tarea inédita que combinaba la entrega de profesionales, religiosos y miembros de organizaciones sociales; católicos, creyentes de otras denominaciones y no creyentes.

Pero esto ocurría no sólo en la sede eclesiástica, sino en los barrios y poblaciones más humildes del país. Como rezaba un cartel de algunas pobladoras asistentes a un oficio religioso de la Vicaría en la Catedral Metropolitana: “Comedores parroquiales Reina de los Apóstoles Población Sta. Adriana. Cristo: trabajamos unidas en la fe y esperando días mejores”. Creyentes, religiosos y laicos, democratacristianos, socialistas, radicales, comunistas e independientes integraron un conjunto de personas que guiado bajo los preceptos pastorales fue capaz de converger en un mismo objetivo: la solidaridad con el necesitado y el perseguido.

Al mismo tiempo se trataba de una acción oficial de la Iglesia Católica de Santiago, un nuevo instrumento de labor pastoral en la medida en que posicionaba su radio de acción. Si el Estado se oponía a ella, se oponía a la pastoral de la iglesia.

Con el correr del tiempo, comenzaron a estructurarse los departamentos de la Vicaría que respondían concretamente a las necesidades que se iban atendiendo: Departamento Jurídico, Departamento Laboral, Departamento Campesino, Departamento de Zonas, Departamento de Coordinación Nacional, Departamento de Publicaciones, Departamento de Apoyo y Finanzas. A medida que se transformaban los requerimientos, la Vicaría iba adecuando sus programas y funciones. Así, cuando la Iglesia de Santiago decide crear la Vicaría de la Pastoral Obrera se suprime el Departamento de Asesoría Laboral que atendía a trabajadores. Así también cuando empezaron a crearse organismos y organizaciones sindicales campesinas autónomas culminó el Departamento Campesino.

Más allá de los cambios, siempre se mantuvo la voluntad expresada desde un comienzo en el decreto que creó el Comité de Cooperación por la Paz en Chile, según el cual se "procurará dar asistencia jurídica, económica, técnica y espiritual" a todo quien lo necesitara.

Las dos líneas de acción, que tuvieron un carácter más permanente, fueron la atención jurídica y el trabajo de promoción y educación solidaria. Durante su existencia, la Vicaría y antes el Comité, dio asistencia jurídica a todas las personas, sin distinción política ni religiosa, cuyos derechos fundamentales fueron violados por el Estado.

Con el transcurso de los años, el país se fue transformando, así como la labor de la Vicaría. Si bien es cierto que estuvo fuertemente ligada a la dictadura como fuerza oponente, era la intención del Cardenal Silva Henríquez que la solidaridad fuera el centro de la pastoral de la iglesia.

En este sentido, muchas de sus iniciativas y acciones fueron explicadas como una acción subsidiaria de un ejercicio propio de la sociedad, de los ciudadanos, de los organismos corporativos, como los sindicatos, los partidos políticos, pero estos no podían ser desarrollados porque la dictadura había suspendido la vigencia de esos derechos. De ahí entonces que una acción subsidiaria apareciera como vital. Tales acciones se mantendrían hasta que el país recuperara la democracia.

No obstante, la solidaridad como cultura debía ser parte de la pastoral de la Iglesia, en virtud de lo cual el Cardenal Raúl Silva Henríquez decía: “Al denunciar las violaciones a los Derechos Humanos, al promoverlos y defenderlos, sólo cumplimos con el mandato del evangelio. Otros deberán preocuparse de reconocer si cumplen con ese mandato o no. No estamos criticando a un gobierno, estamos evangelizando”.

Estas tareas se entienden en un contexto donde las organizaciones de la sociedad civil estaban proscritas y numerosas eran desmanteladas, con una permanente violación a los Derechos Humanos por parte del régimen militar. De esta manera, la Vicaría de la Solidaridad desarrolló una actividad pastoral que, como reconocía el cardenal Raúl Silva Henríquez, sólo seguía “el mandato del evangelio”.

En el desarrollo de su labor la Vicaría de la Solidaridad contó con fondos provenientes de Estados Unidos y Europa, principalmente del Consejo Mundial de Iglesias que realizó importantes aportes para sostener el trabajo de ayuda que se entendía una exigencia evangélica.

La Vicaría de la Solidaridad concluyó sus actividades, el 31 de Diciembre de 1992, una vez recuperada la democracia en el país.

Autoridades responsables de la Vicaría de la Solidaridad entre 1976 a 1992:

Arzobispos de Santiago
Cardenal Raúl Silva Henríquez.
Cardenal Juan Francisco Fresno Larraín.
Cardenal Carlos Oviedo Cavada.

Vicarios de la Solidaridad
Monseñor Cristian Precht Bañados.
Monseñor Juan de Castro Reyes.
Juan Ignacio Gutiérrez de la Fuente, s.j.
Monseñor Santiago Tapia Carvajal.
Monseñor Sergio Valech Aldunate.

Secretarios Ejecutivos
Javier Luis Egaña Baraona.
Enrique Palet Claramunt.
Alejandro González Poblete.
María Luisa Sepúlveda Edwards.